La frutilla (Fragaria × ananassa) es una de las principales berries cultivadas en Latinoamérica. Aunque es una hierba perenne de pequeño porte, su comportamiento reproductivo es complejo y similar al de arbustos frutales. El desarrollo vegetativo y reproductivo de la frutilla está regulado por una interacción de señales ambientales (fotoperíodo, temperatura, horas de frío) y fisiológicas (nutrición, hormonas) que determinan la fenología, rendimiento y calidad del fruto. Entender la floración de la frutilla –el momento de inducción y desarrollo de los botones florales– es fundamental para optimizar la producción.
Condiciones ambientales óptimas
Las condiciones óptimas de temperatura para la floración son 23°C de día y 18°C de noche aproximadamente, y se ha observado que el frío (cerca de 0–7°C) durante cierto período estimula la diferenciación de yemas florales. La floración se altera fuertemente por temperaturas extremas: heladas de –1°C pueden destruir las flores abiertas y de -2,°C ya pueden dañar severamente flores cerradas; calor prolongado (>29°C) también altera la inducción floral. En general, plantas expuestas a veranos frescos producen plántulas más vigorosas y precoces.
La humedad relativa (HR) del ambiente influye directamente en la viabilidad del polen y la fecundación en frutilla. Valores óptimos entre 60% y 75% permiten que el polen se hidrate adecuadamente sobre el estigma, germine y elongue el tubo polínico hacia el ovario. En condiciones de HR baja (<40%), el polen se deshidrata y pierde viabilidad rápidamente, reduciendo la cuaja. Por otro lado, una HR excesiva (>85%) impide la adhesión y germinación del polen y favorece enfermedades como Botrytis cinerea en flores húmedas.
Para evitar estos problemas, es clave monitorear y regular la HR cuando sea posible , especialmente en cultivos protegidos. En climas secos puede ser útil aplicar niebla fina o ajustar los riegos, mientras que en ambientes húmedos conviene mejorar la ventilación.
Condición | Acción recomendada |
---|---|
HR < 45% (ambiente seco) | Aumentar riegos cortos o nebulización leve en invernadero. Evitar laboreo excesivo que levante polvo. |
HR > 80% (ambiente muy húmedo) | Mejorar ventilación, evitar riegos por aspersión, revisar presencia de botritis. |
Climas secos o ventosos | Reforzar aplicaciones de boro y zinc (favorecen crecimiento del tubo polínico y compensan efectos de deshidratación). |
Polinización natural deficiente | Introducir colmenas, mejorar flora acompañante o utilizar polinización asistida. |
Fotoperiodo y tipos de plantas
Para conocer mejor la fiología de la inducción floral, es necesario saber antes que existen algunas diferencias en la respuesta de las plantas a los estímulos del ambiente previo a la floración. Existen tres tipos básicos de frutilla según su respuesta al fotoperíodo en la inducción floral: día corto (DC), día neutro (DN) y día largo (DL). Actualmente también existe una cuarta categoría llamada Infra Día Corto o Infra Short Day (ISD), pero son de zonas altamente exclusivas y de reciente aparición. Vamos a enfocarnos principalmente en las variedades de Día Corto y Día Neutro que son las más usadas en Latinoamérica.
Las variedades día corto requieren fotoperíodos de menos de ~14 horas de luz para iniciar la inducción floral y son ideales para producir fruta en otoño-invierno/primavera en climas templados y cálidos. Las variedades día neutro no dependen del largo del día para su inducción: se inducen siempre que la temperatura sea suficientemente alta (>10–15°C, óptimo en 18°C). Esto permite cosechas continuas todo el año en regiones con veranos frescos. Finalmente, las variedades día largo (poco comunes en Latinoamérica) requieren más de ~16 horas de luz para florecer, lo que las hace útiles en latitudes más bien altas (p. ej. Países Nórdicos).
A modo de ejemplos, algunas variedades de día corto comunes en nuestra región son Fortuna, Camarosa, Sabrina, Sensation, Camino Real, Palmeritas, Felicity, Fronteras, Rociera, Sayulita, Merced, Brilliance, Red Sayra. Entre las de día neutro sobresalen Monterey, Albión, San Andreas, Royal Royce, Beauty, Cabrillo, Portolas, Cristal, Diamante. En la práctica, los productores eligen DC ó DN según clima y demanda comercial: en altitudes tropicales donde no hay invierno marcado, conviene usar variedades día neutro para extender la temporada. En climas templados con estaciones frías definidas, usar DC concentrará la cosecha en una época (otoño-primavera). A veces se combina ambos tipos para estabilizar el abastecimiento durante todo el año.
Fisiología de la inducción floral
En las plantas de día corto, la inducción de las yemas florales ocurre cuando el día se acorta, esto es a finales de verano, comienzo de otoño. Por ejemplo, en regiones australes de América se estima que el fotoperíodo crítico (<14 h) se alcanza desde fines de febrero hasta marzo, momento en ocurren las señales de inducción y diferenciación floral en las yemas. Por eso las plantaciones comerciales de variedades DC se hacen típicamente en otoño (con plantas frescas) o en verano con plantas “frigoconservadas” (almacenadas a frío), de modo que florezcan en invierno-primavera. Las variedades de día neutro pueden plantarse con mayor flexibilidad, pues florecen continuamente siempre que no haya condiciones extremas y las temperaturas sean superiores a ~12–15°C.
Los estudios indican que existe una interacción entre fotoperíodo y temperatura para la floración para el caso de las variedades de Día Corto, corresponde a un proceso Fototérmico. Por ejemplo, se ha documentado que las condiciones más inductivas suelen ser días cortos (~8 h) con temperatura diurna de ~20°C, o días largos (~16 h) con noches frescas (~6°C). Esto sugiere que a menor temperatura se requieren días más largos para inducir las flores, y viceversa. Además, valores extremos de temperatura (muy frías o muy cálidas) pueden inhibir totalmente la diferenciación floral.
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- Entre 7 y 24 ciclos de fotoperíodo corto + temperatura óptima son necesarios para máxima floración
- Algunas variedades responden a un menor número de ciclos (18–20), otras necesitan más; esto explica diferencias de precocidad.
Revisa y analiza tu zona y el número de días inductivos antes del transplante o acondicionamiento frío.
En resumen, la inducción floral en frutillas de Día Corto ocurre mediante la interacción del fotoperíodo y la temperatura, siendo más o menos eficaz el fotoperíodo dependiendo de las temperaturas, y para las de Día Neutro ocurre siempre que hayan temperaturas estables por sobre los 10-15°C. El frío acumulado antes de plantación beneficia la diferenciación floral y estimula inflorescencias más precoces. Entender esta fenología permite planificar las fechas de siembra/trasplante y de floración.
Proceso de Polinización
La frutilla es una especie con polinización principalmente entomófila, es decir, dependiente de insectos para el transporte del polen entre flores. Aunque es una planta hermafrodita con capacidad de autopolinizarse, numerosos estudios han demostrado que la intervención de polinizadores, especialmente abejas (Apis mellifera) y abejorros (Bombus spp.), mejora significativamente la calidad del fruto. La polinización entomófila asegura una mayor fecundación de los óvulos en cada flor, lo que se traduce en frutos más grandes, simétricos, bien desarrollados y de mejor valor comercial. Por el contrario, en ausencia de insectos polinizadores, los frutos pueden quedar deformes, de menor tamaño y con zonas sin desarrollo por falta de fecundación de los aquenios.
La polinización anemófila (por viento) tiene muy poca relevancia en frutilla, debido a que el polen es pegajoso y pesado, y las flores están cerca del suelo, lo que dificulta su dispersión aérea. En cambio, los insectos no solo transportan eficazmente el polen entre flores, sino que también estimulan la apertura floral y aumentan la frecuencia de visitas cruzadas, mejorando la diversidad genética cuando hay más de una variedad en el campo. La introducción de colmenas de abejas o nidos de abejorros en campos de frutilla ha mostrado aumentar los rendimientos comerciales de primera categoría hasta en un 20–30%, según investigaciones realizadas por universidades europeas y latinoamericanas.
Hormonas vegetales en la floración y fructificación
Las hormonas vegetales controlan los equilibrios entre crecimiento vegetativo y reproductivo en la frutilla, y específicamente en la floración es vital conocer su rol tanto de promoción como de inhibición.
En general, las giberelinas (GA) son hormonas que estimulan el alargamiento celular y el crecimiento vegetativo. En la frutilla, las giberelinas actúan como “hormona de días largos”: su presencia promueve el desarrollo de estolones (runners) y vigor vegetativo a costa de la floración. De hecho, tratamientos con GA aumentan el crecimiento vegetativo pero limitan la formación de flores.
Por ejemplo, se ha observado que la aplicación de GA3 (Ácido Giberélico) induce crecimiento de brotes y tallos, pero retrasa o reduce la diferenciación de las yemas florales (y por ende la producción de fruto). Estudios recientes resaltan además el rol del gen Fa-TFL1, un represor de la floración en frutilla: la luz azul, por ejemplo, inhibe Fa-TFL1 e induce genes florales (Fa-FT1), desplazando el balance hormonal hacia la floración.
Las auxinas son otro grupo clave. En frutilla, la auxina natural (principalmente ácido indolacético) se produce en los aquenios fertilizados. Estas auxinas liberadas desde las semillas del fruto (aquenios) estimulan el crecimiento del receptáculo (lo que consumimos como fruto) y evitan la maduración prematura. De hecho, si se quitan los aquenios de una fruta en desarrollo, el receptáculo deja de crecer; pero la aplicación exógena de auxina (p.ej. NAA) puede reemplazar esa señal y mantener el crecimiento del fruto. Además, la auxina aplicada foliar (NAA) en etapas tempranas puede aumentar el tamaño del fruto, retrasar su maduración y hasta prolongar el tiempo de floración, incrementando el rendimiento potencial.
Las citoquininas (como el BAP, 6-bencilaminopurina o más conocida como benziladenina) promueven la división celular y la formación de botones florales en cultivos vitro, aunque en campo su rol directo no está tan estudiado en frutilla. Por otro lado, hormonas de estrés como etileno y ABA juegan roles al final del ciclo: la acumulación de etileno en condiciones adversas puede acelerar la senescencia de yemas florales o retardar el cuaje, mientras que el ABA aumenta naturalmente durante la maduración de frutos (aunque la frutilla es un fruto no climatérico). En conjunto, un manejo hormonal balanceado –evitando exceso de GA– puede favorecer la emisión de flores y frutos de calidad.
Nutrientes minerales clave en floración y producción
La nutrición mineral de la planta de frutilla es crucial para su desarrollo y floración. Cada nutriente aporta funciones específicas y su exceso o defecto puede alterar la inducción floral y la calidad de la cosecha. A continuación se destacan los principales:
- Nitrógeno (N). El nitrógeno impulsa el crecimiento vegetativo (más hojas y estolones) y en general aumenta el rendimiento. Sin embargo, un exceso de N aumenta el vigor vegetativo pero reduce la inducción floral, retrasando la floración y empeorando la calidad del fruto (disminuye azúcares, firmeza y color). En particular, se ha observado que altos contenidos foliares de N incrementan la respiración y reducen pectinas en el fruto, acelerando su deterioro. Por el contrario, deficiencias moderadas de N reducen el vigor y rendimiento, pero pueden mejorar la calidad y contenido de antocianinas del fruto. En la práctica se suele aplicar N en forma de nitratos, monitoreando con análisis foliar (valores óptimos 3.0–4.0 % del peso seco de hoja).
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🚀 ¡Quiero fortalecer mis Frutillas!- Fósforo (P). El P es esencial en etapas de diferenciación floral y desarrollo radicular. Estimula el cuaje y la formación de botones florales, y es poco móvil en el suelo, por lo que se debe aplicar antes de la floración. Su deficiencia causa pocos pedúnculos florales, pedúnculos de corta longitud, flores pequeñas, maduración tardía y frutos de menor tamaño y firmeza. Se recomienda asegurar niveles foliares adecuados (0.2–0.4 %) especialmente durante la brotación y floración.
- Potasio (K). El K regula la apertura estomática, la fotosíntesis y participa en la activación de más de 60 enzimas relacionadas con la translocación de azúcares y energía hacia zonas de demanda, como lo son las flores en floración. Contribuye a la coloración y almidón del receptáculo, y su deficiencia se manifiesta con bordes rojizos en hojas viejas y falta de color uniforme en frutos. Los análisis foliares útiles de K oscilan entre 1.1–2.5 %.
- Calcio (Ca). El calcio es estructural (pared celular) y fundamental para la firmeza del fruto. Es relativamente inmóvil en la planta, absorbido por raíces jóvenes. Su función particular en floración es fortalecer las células del ovario, estigma, estilo y pétalos durante la formación floral. Las flores pueden presentar necrosis en bordes, deformaciones o abortos parciales del tejido reproductivo si el Calcio se encuentra en déficit. Mantener un pH adecuado (evitar exceso de NH4 o aplicaciones altas de K) ayuda a su disponibilidad.
- Magnesio (Mg). Componente de la clorofila y activador enzimático. Su deficiencia afecta el metabolismo y transporte de azúcares; por lo tanto, la energía disponible para inducción floral y cuaja. Se debe vigilar su relación con K y N–NH4.
- Boro (B). Aunque la frutilla requiere relativamente poco B, este micronutriente es clave en puntos de crecimiento activos (yemas, polen, cuaje). Una deficiencia de B reduce el tamaño de las flores y produce frutos deformados y pequeños. Por ello, es común realizar aplicaciones foliares de boro durante floración y cuaje si hay sospecha de déficit.
- Zinc (Zn). El zinc interviene en la síntesis de triptófano (precursor de auxina) y enzimáticas generales. Un déficit foliar de Zn provocará impacto negativo en los niveles de auxina que son requeridos en floración, por ejemplo en la expansión de las secciones florales. También ante la carencia de Zn se obtendrán frutos menos abundantes y de menor tamaño. Se corrige con quelatos foliares de zinc en prefloración.
En conjunto, una fertilización balanceada (en suelo o sustrato) debe ajustarse a la demanda fenológica. Mantener niveles adecuados de nitratos, fósforo soluble y potasio intercambiable, además de micronutrientes garantiza una floración abundante y uniformidad de fruto.
💡 Tip del Asesor Fragaria 🍓
Para asegurar una nutrición eficiente y de alto impacto durante la floración, los equilibrios de nutrientes son fundamentales.
En la etapa vegetativa final, justo cuando tus plantas inician la formación de botón floral, ajusta la relación N:P:K:Ca a 1:0,4:1:0,7. Esta proporción favorece la diferenciación floral y el desarrollo inicial de la estructura reproductiva.
Durante la floración activa y el cuaje, aumenta progresivamente el potasio hasta alcanzar una relación N:K de 1:2, especialmente en variedades de alta demanda como las de día neutro.
Mantén el calcio constante (relación aproximada K:Ca de 2:1) para asegurar una buena cuaja, firmeza del fruto y resistencia a fisiopatías.
🧪 Importante: Monitorea la conductividad eléctrica (CE) y la relación catiónica (K:Ca:Mg) para evitar antagonismos que limiten la absorción.
Recomendaciones prácticas para el cultivo
Para los productores y asesores, es clave adaptar las prácticas a la fisiología de la floración. Algunos puntos prácticos son:
- Época de transplante: En variedades de día corto, plantar en otoño (planta fresca) o a fines de verano (planta frigoconservada) para lograr floración en otoño-invierno. En variedad de día neutro, puede plantarse casi en cualquier época si las temperaturas se mantienen por encima de los 12–15°C.
- Selección de variedad: Escoger DC o DN según clima: si se cuenta con veranos cálidos y estables (p. ej. altitudes intermedias), conviene día neutro para producción continua. Si las estaciones son marcadas, usar DC para aprovechar la ventana de florecimiento principal. También se considera la disponibilidad de mano de obra y demanda de mercado: DC concentra cosechas, DN la distribuye.
- Manejo de suelo/sustrato: Independientemente de suelo o hidroponía, asegurar buen drenaje y aireación de raíces. Mantener el pH en torno a 5.5–6.5 para optimizar la disponibilidad de nutrientes. Realizar análisis de suelos/premezclas y ajustar las enmiendas (calcio, magnesio, materia orgánica) según carencias locales.
- Fertilización fraccionada: Dividir las aplicaciones de nutrientes en varias etapas. Al trasplante o en enraizamiento en maceta, asegurar un buen aporte de P y K para el sistema radicular. Durante la prefloración y floración, mantener nitrógeno moderado (evitar excesos) y aportar micronutrientes especialmente boro y zinc si hay riesgo de déficit. Se recomienda usar fertilizantes solubles o granulados de liberación controlada, y complementar con abonos foliares de microelementos cuando sea necesario.
- Hormonas y promotores: Aunque no se usan rutinariamente hormonas en campo, existen reguladores comerciales (p.ej. paclobutrazol para inhibir excesos vegetativos, u otros para promover floración) basados en auxinas o giberelinas. Si se emplean, deben seguirse dosis muy precisas: por ejemplo, aplicaciones foliares de NAA a baja dosis en prebrotación pueden aumentar cuaje y fruto, pero dosis altas pueden provocar atrofia de yemas.
- Control de estrés abiótico: Evitar golpes de calor o heladas en floración. En climas sin horas-frío suficientes, es posible utilizar plantas provenientes de viveros en latitudes altas (con mejor obtención de horas frío) o bien plantas frigoconservadas (frío artificial) para estimular la inducción floral. En climas muy cálidos, procurar malla sombra ligera en épocas críticas.
- Monitoreo constante: Evaluar periódicamente la relación hoja:fruta. Muchos productores usan recuento de yemas florales por corona o determinación de sólidos solubles en frutos para anticipar posibles defectos. La observación directa de la cantidad de flores y los primeros cuajes permite ajustar riegos y nutrir acorde.
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Conclusiones
La floración de la frutilla es un proceso complejo controlado por el fotoperíodo y la temperatura, modulados a su vez por fitohormonas y disponibilidad de nutrientes. El conocimiento detallado de la fisiología (tipos DC/DN), junto con una nutrición equilibrada, permite maximizar la formación de inflorescencias y, en última instancia, la cosecha. En particular, evitar excesos de nitrógeno (que inhiben la floración), asegurar adecuadamente y en equilibrio el resto de macro elementos durante la etapa de cuaje y monitorear micronutrientes (boro, zinc) marcarán la diferencia en producción y calidad.
Asimismo, manejar las variedades apropiadas al clima –y sincronizar las fechas de plantación– optimiza la curva de producción. En resumen, un manejo integrado (tierra o sustrato), que combine adecuada nutrición vegetal y con ello regulaciones hormonales naturales, posicionará a los productores latinoamericanos como referentes en rendimiento y calidad del cultivo de frutilla.
Gran articulo !!
Cuando se menciona la luz azul como inductor de genes florares, se debería trabajar dentro de una longitud de onda en específico ? Sería viable aplicarlo en campo ?
Hola Felipe. Muchas gracias por tu comentario. La luz azul se encuentra en longitudes de onda entre 400-500 nm. Esto a nivel de proyectos cerrados o de alta tecnología en donde no se encuentran condiciones óptimas de producción al aire libre se utiliza bastante. Ahora, en términos de aplicación al campo, te podría decir que esto podrías mejorarlo con la exposición de tus frutillas a una mejor luz por las mañanas, el sol de la mañana contiene una proporción mayor de luz azul que es altamente eficiente para la fotosíntesis y para la activación de genes implicados en la floración. Una exposición que asegure una alta llegada de luz solar matutina a tus frutillas será muy beneficioso. Saludos cordiales