El riego en frutillas (Fragaria × ananassa) es un pilar fundamental para lograr cosechas rentables y de alta calidad. Con raíces superficiales (hasta el 75% en los primeros 15-20 cm del suelo) y sensibilidad a factores como salinidad, temperaturas extremas y estrés hídrico, este cultivo exige un manejo preciso del agua. En este artículo, integraremos conocimientos de fuentes expertas para ofrecer una guía técnica con estrategias prácticas, respaldadas por datos científicos, que optimicen el uso del agua y aumenten la productividad.
Características Clave del Cultivo que Impactan el Riego
Sistema radical superficial: Un desafío de precisión
El 75% de las raíces de la frutilla se ubican en los primeros 15-20 cm del suelo. Esta característica, aunque permite una rápida absorción de nutrientes, también las hace vulnerables a condiciones adversas.

Por ejemplo, un riego excesivo puede saturar la zona radicular, provocando anoxia (falta de oxígeno) y facilitando la aparición de enfermedades como la pudrición de raíces y coronas. Por otro lado, un riego insuficiente en estos estratos superficiales desencadena estrés hídrico, reduciendo la fotosíntesis y afectando con ello todo lo que eso implica: menor desarrollo, menor inducción floral, menor cuaja, menor llenado de fruta, etc. Por ello, el equilibrio entre frecuencia y volumen de riego es clave.
Sensibilidad a la salinidad: Un enemigo silencioso
Las frutillas son particularmente sensibles a la acumulación de sales en el suelo. Estudios indican que una conductividad eléctrica (CE) del agua de riego superior a 1 dS/m puede reducir el rendimiento hasta un 40%. Elementos como el cloruro (>0.4 g/L) y el boro (>0.5 mg/L) son especialmente dañinos también, ya que interfieren en la absorción de nutrientes y dañan las estructuras celulares de las raíces. Esta sensibilidad exige un monitoreo constante de la calidad del agua y prácticas de lavado de sales, como riegos profundos periódicos, para evitar su acumulación en la zona radicular.

Respuesta a temperaturas extremas: El equilibrio térmico
Las raíces y coronas de las frutillas son sensibles a fluctuaciones térmicas. Cuando la temperatura del suelo supera los 25°C, el crecimiento radicular se reduce en un 22%, y a 32°C, las raíces pueden morir. En la parte aérea, temperaturas superiores a 30°C aumentan la transpiración foliar, elevando la demanda hídrica y generando estrés. Para mitigar estos efectos, tecnologías como el mulch plástico (que regula la temperatura del suelo) y el riego por aspersión intermitente (que enfría el ambiente) son herramientas esenciales en algunos sistemas productivos.
Calidad del Agua y Manejo de Sales
Requisitos críticos del agua de riego: Más allá de la cantidad
La calidad del agua es tan crucial como su volumen. Idealmente, el agua debe tener una conductividad eléctrica (CE) menor a 0.8 dS/m (equivalente a 400 mg/L de sólidos disueltos). Niveles superiores a 1.20 dS/m (650 mg/L) reducen el rendimiento en un 25%, y en suelos con alta evaporación, este impacto se agrava. Además, el hierro en concentraciones mayores a 0.5 ppm puede obstruir los emisores de goteo, requiriendo sistemas de filtración adicionales.

Corrección del pH del suelo: La base de la nutrición
El pH del suelo influye directamente en la disponibilidad de nutrientes. Un rango entre 5.5 y 7.5 (ligeramente ácido a neutro) optimiza la absorción de macro y micronutrientes. En suelos ácidos (<5.5), la aplicación de cal o dolomita antes de la siembra neutraliza la acidez. En suelos alcalinos (>7.5), el uso de azufre elemental o ácidos orgánicos ayuda a corregir el pH. Este ajuste previo es crítico, ya que una vez establecido el cultivo, las opciones de corrección son limitadas.

Fertilización estratégica: Evitar el despilfarro
En suelos arenosos, comunes en regiones productivas, la lixiviación de nutrientes es un problema recurrente. Por ello, aplicar nitrógeno (N), fósforo (P) o potasio (K) antes del transplante resulta ineficiente, ya que estos elementos se pierden antes de que las raíces puedan absorberlos. La fertirrigación, en cambio, permite dosificar los nutrientes según las etapas fenológicas del cultivo. Por ejemplo, durante la floración, un aumento de potasio mejora la calidad de los frutos, mientras que en etapas vegetativas, el nitrógeno promueve el desarrollo foliar.
Métodos de Riego Recomendados
Riego por goteo o cintas: Eficiencia y precisión
El riego por goteo se posiciona como la técnica más eficiente para frutillas. Al aplicar agua directamente a la zona radicular, reduce pérdidas por evaporación y minimiza el mojado foliar, previniendo enfermedades como el Oidio, la Viruela o la misma Neopestalotiopsis. Un diseño óptimo incluye emisores con caudal de 1-2 L/h, espaciados cada 10-20 cm para garantizar una distribución uniforme, dependiendo del tipo de suelo y la densidad de plantación.

Dependiendo de la zona de plantación, puede usarse una o dos líneas de plantas por camellón, así mismo también pueden establecerse una o dos líneas de cinta de riego por camellón. También hay agricultores que utilizan líneas de riego con gotero incoprporado en vez de cinta de riego. Lo importante es asegurar que el caudal instalado sea concordante con la demánda máxima del cultivo en su zona productiva. El uso de mulch plástico complementario no solo conserva la humedad, sino que también regula la temperatura del suelo, creando un microclima favorable.
Hay que considerar que con este sistema, en donde los fertilizantes van disueltos en el agua, la constante y períodica aplicación de la misma cantidad de agua va posicionando sales alrededor de las raíces de las plantas, por lo que es recomendable que por lo menos una vez por semana en momentos de máxima demanda, se realicen riegos de lavados, que sean de el doble del tiempo del riego normal.


Riego por aspersión:
El riego por aspersión se utiliza en algunos sistemas de producción de frutilla debido a características específicas del sistema y las variedades empleadas, sobre todo en plantaciones tipo «matted row» y con variedades «June bearing» (de día corto).
En sistemas «matted row«, las plantas de frutilla se establecen en hileras densas sin separación significativa entre ellas, formando una «alfombra» continua. Este sistema favorece la uniformidad y maximiza la producción en espacios relativamente pequeños. Las variedades «June bearing» o de día corto, que requieren períodos de inducción para la floración basados en días de luz más reducidos, se cultivan generalmente en sistemas intensivos donde el énfasis está en lograr una cosecha temprana y concentrada.

Si bien el riego por goteo es generalmente más eficiente en términos de uso del agua y reducción de enfermedades (al evitar el contacto directo con las hojas y frutos), en sistemas «matted row» con variedades «June bearing«, las necesidades de establecimiento rápido y la protección frente a condiciones climáticas extremas justifican el uso de aspersión.
Es importante mencionar que en muchos casos se opta por un sistema híbrido: se utiliza riego por aspersión durante el establecimiento y fases críticas, y posteriormente se puede complementar o cambiar a riego por goteo cuando el cultivo ya está establecido y se requiere una aplicación más precisa de fertilizantes.

Riego intermitente y aspersores de bajo volumen: Adaptándose a condiciones extremas
En regiones con temperaturas extremas al transplante, como Florida (EE.UU.), y en donde las plantas se establecen a raíz desnuda sin contar inicialmente con raíces funcionales que puedan absorber, el riego intermitente con aspersores de bajo volumen es clave para el establecimiento de trasplantes.
Ciclos de 10 minutos de riego seguidos de 20 minutos de pausa reducen el estrés térmico sin saturar el suelo. Esta técnica, combinada con protectantes foliares como la arcilla de caolín, permite ahorrar hasta un 33% de agua durante las primeras semanas post-trasplante.

Además, en zonas en donde durante el ciclo vegetativo y productivo hay alto riesgo de heladas, se mantienen microaspersores que están dispuestos de tal manera de otorgar, mediante la liberación de calor del agua, condiciones de temperatura de mantención a los tejidos aéreos sin dañarlos mientras ocurre el evento de helada. El riego por microaspersión durante heladas forma una capa de hielo sobre las plantas, aislando los tejidos a -1°C.

Cálculo de Necesidades Hídricas
Fórmula integral con factor de cobertura (Fc): Un enfoque holístico
La demanda hídrica de las frutillas no depende únicamente del clima, sino también del desarrollo del cultivo. Según Uribe (2011), el cálculo preciso requiere integrar tres variables:

Donde:
- ET₀ (Evapotranspiración de referencia): Representa el agua consumida por una superficie de referencia, como una pradera bien irrigada en un día. Se mide con bandejas evaporimétricas o estaciones meteorológicas.

- Kc (Coeficiente de cultivo): Ajusta la ET₀ según la etapa fenológica del cultivo. Este valor se puede estimar en la práctica, pero no es algo tan sencillo, mientras que también se puede obtener bibliográficamente.
- Fc (Factor de cobertura): Refleja el porcentaje de suelo cubierto por el follaje y añade el factor camellón/mulch. Este se debe calcular como sigue:


Donde X es el ancho del follaje y Eh la distancia entre centro y centro de camellones aledaños.


Ejemplo práctico: Desde el papel al campo
Supongamos un cultivo de frutilla con ET₀ = 5 mm/día, un Kc = 0.40 (equivalente a una etapa inicial del cultivo cercana al transplante), ancho de follaje (X) = 0.6 m y espaciamiento entre hileras o camellones (Eh) = 1.2 m:
Pc = 0.6 / 1.2 = 0.5 (50% de cobertura).
Fc = 0.92 × 0.5 + 0.187 = 0.647.
ETc = 5 × 0.40 × 0.647 = 1.29 mm/día → 12.9 m³/ha/día.
Este cálculo demuestra cómo, incluso con baja cobertura foliar, el Fc ajusta las necesidades hídricas para evitar el riego excesivo.
Para determinar cuánto regar, es de vital relevancia que sepas cuánta agua real precipita o descargra tu sistema. Si hablamos por ejemplo de riego por goteo, es mandatorio que pueda realizar una prueba de aforo.
Tecnologías para Monitoreo y Optimización
Aforo y presión de operación: de la teoría a la realidad
Como comentamos recién, de nada sirve contar con la estimación correcta de cuánta agua demandan tus frutillas si no sabemos con precisión si al regar estaremos supliendo el agua que se necesita. Por ejemplo, las cintas de riego poseen un caudal de riego teórico que puede ir desde 0.5 a 2 L/hora por cada emisor, esto SIEMPRE Y CUANDO se cumplan una serie de condiciones que cada fabricante indica o debería indicar en las fichas técnicas de sus cintas, como lo son la presión de trabajo, la pendiente del huerto, tamaño total del huerto, diámetro de tuberías, así como también el largo del camellón donde serán instaladas.
Como en general esta información no se entrega o bien los diseños de riego se hacen sobre la marcha sin mayor planificación, lo mejor es realizar pruebas de campo, y entre ellas tenemos el aforo y la medición siemple de la presión.
El aforo consiste en medir con recipientes graduados en un tiempo determinado, generalmente entre 1 y 5 minutos, cuánta agua precipita un gotero individual, de tal manera de constatar si el caudal teórico lo estamos consiguiendo en la realidad. Esto se debe realizar en varios puntos para tener una estimación representativa del sistema.

Ejemplo: Si en una cinta de caudal teórico de 1 litro por hora, en 1 minuto logramos recoger 20 cc de agua por emisor, tenemos que el caudal real sería de 1,2 litros por hora, lo que estaría bastante cercano a lo declarado por el fabricante. Si en la misma cantidad de tiempo logramos recaudar la mitad, es decir 10 cc, quiere decir que estamos logrando un caudal real de 0,6 L/hora, lo que estaría por debajo de los caudales declarados. En este caso, se hace preciso también incorporar la segunda medida importante de campo que es la medición de la presión.
La presión se mide con manómetros o bien con sensores más tecnológicos. Algunos de estos últimos por ejemplo también aportan mediciones de conductividad electrica, tasas de inyección y pH de soluciones madre.

Si consideramos el menor costo para las mediciones, hacerlas con manómetros es la opción. Estos aparatos de medición deben idealmente instalarse desde la caseta de riego hasta las válvulas de cada sector de riego. Así mismo, es recomendable contar con un manómetro portátil adaptado para instalarse en el final de las cintas, para ver variaciones o pérdida de carga en los puntos más lejanos al cabezal de riego.

El valor de presión de trabajo que se utiliza para estimar caudales en cintas de riego es de 0,55 bares (al final de la cinta y sin mayores limitantes de pérdida de carga). Pueden también operar con un mínimo de 0,4 bares, y con un máximo (dependiendo del espesor) de 0,8 bares. Esto se traduce a una presión aproximada de entre 0,8 – 1,2 bares a la entrada de la cinta o en la válvula.


Sensores de humedad y programadores
Los tensiómetros y sondas de capacitancia (TDR y FDR) permiten monitorear la humedad del suelo en tiempo real. Por ejemplo, en suelos franco-arenosos, regar cuando la tensión alcanza 40-60 centibares asegura que las raíces accedan a agua sin saturación.


También la automatización del riego es importante. En general, agricultores reportan aumentos del 15% en rendimiento al integrar estos datos con sistemas de riego automatizados, por lo que debe ser una opción que debes evaluar. Existe todo un mundo actualmente en cuanto a la programación y la automatización, desde siemples tableros que te permiten comandar válvulas eléctricas a distancia y en todo momento, hasta complejos sistemas de nodos que integran lecturas tanto climáticas como de suelo para tomar decisiones de cómo y cuándo regar.

¿Cómo monitoreo mi riego si no cuento con tecnología a la mano?
Para productores que no disponen de equipamiento sofisticado, un método práctico y económico para evaluar la efectividad del riego es la “prueba de la mano”:
Realice esta prueba de manera regular y en diferentes áreas del huerto para tener una visión representativa del estado hídrico de las plantas de frutilla. Esta técnica sencilla le permitirá ajustar la frecuencia y duración del riego sin depender exclusivamente de equipos costosos
Extraiga una muestra de suelo a unos 10-15 cm de profundidad en diferentes puntos del huerto o bien desde donde usted tenga dudas.
Aprete la muestra con la mano: si el suelo forma una bola que se desmorona lentamente, la humedad es adecuada; si gotea agua, existe un exceso; y si el suelo no se compacta, está seco y requiere riego inmediato.

Un riego eficiente en frutillas no es solo una cuestión de tecnología, sino de integración estratégica. Desde las consideraciones pre plantación como la salinidad del agua y el suelo, el pH, el cálculo preciso de la ETc (considerando el factor de cobertura Fc), hasta el monitoreo y testeo del sistema de riego, cada decisión impacta en la sostenibilidad y rentabilidad de tu cultivo. Herramientas como sensores de humedad y protectantes foliares no son lujos, sino inversiones que amortizan con cosechas más abundantes y frutas de mayor calidad. En un escenario de cambio climático y escasez hídrica, adoptar estas prácticas no es opcional: es el camino hacia una fruticultura resiliente.