Las sustancias húmicas son complejos naturales de materia orgánica oscura derivados de la descomposición microbiana de residuos vegetales y animales. Se clasifican en varias fracciones según su solubilidad: las huminas (insolubles en medios ácido y alcalino), los ácidos húmicos (solubles en alcalino, insolubles en ácido) y los ácidos fúlvicos (solubles tanto en medio ácido como alcalino).

Estas fracciones tienen distinta masa molecular y estructura química: los ácidos húmicos, de mayor peso molecular, contienen un núcleo aromático con cadenas laterales alifáticas, mientras que los ácidos fúlvicos, más pequeños y abundantes en grupos carboxilo e hidroxilo, son químicamente muy reactivos y de rápido efecto en las plantas. El humus del suelo (constituyente principal de la materia orgánica) está formado en su mayoría por estas sustancias húmicas (65–75% del carbono orgánico) y es crucial para la fertilidad del suelo.
Origen y extracción
La formación de sustancias húmicas ocurre a través del proceso de humificación de residuos orgánicos. En este proceso las quinonas derivadas de la lignina (tejido leñoso de plantas) y otras moléculas fenólicas sintetizadas por hongos y bacterias se condensan en polímeros oscuros de gran estabilidad. Por ejemplo, se ha demostrado que hongos del suelo descomponen la lignina en quinonas que luego se unen en cadenas humificadas.

En la industria agrícola se extraen los ácidos húmicos y fúlvicos de fuentes ricas en materia orgánica humificada, principalmente leonardita (una forma de lignito oxidado) o turba de alta maduración. La extracción clásica emplea una solución alcalina (por ejemplo hidróxido de potasio), que disuelve los ácidos húmicos y fúlvicos dejando una fracción sólida de humina.

Al acidificar el extracto alcalino (p. ej. agregando ácido clorhídrico), los ácidos húmicos precipitan (son insolubles en ácido), mientras que los ácidos fúlvicos permanecen disueltos. De esta forma se obtienen concentrados líquidos de AH y AF. Actualmente se prefiere hidróxido de potasio (KOH) como reactivo de extracción frente al hidróxido sódico (NaOH), ya que aporta potasio al producto final sin generar problemas de salinidad en el suelo.
Propiedades fisicoquímicas
Los ácidos húmicos y fúlvicos son macromoléculas coloidales con múltiples grupos funcionales (carboxilo, fenol, alcohol) que les confieren alta capacidad de intercambio catiónico y quelatación. Gracias a su estructura ramificada con cavidades internas, pueden absorber grandes cantidades de agua y retener nutrientes: los Ácidos Húmicos exhiben elevada capacidad de intercambio catiónico (CEC) y contribuyen a la retención de humedad del suelo, mientras que los Ácidos Fúlvicos, por su menor tamaño, tienen una CEC relativa muy alta y son de fácil asimilación por las plantas.

Además, estos compuestos actúan como quelantes naturales: atrapan iones metálicos (p. ej. Fe, Zn, Cu) manteniéndolos disponibles en la rizosfera y evitando su precipitación. Otra propiedad destacada es su efecto amortiguador: por sus sitios iónicos regulan la solubilidad de nutrientes y el pH local del suelo. En conjunto, su presencia mejora la estructura coloidal del suelo, aumentando la retención de agua, aireación y estabilidad frente a la lixiviación.
Beneficios para el suelo y la fertilidad
Uno de los aportes más significativos de los ácidos húmicos y fúlvicos es su capacidad para mejorar la salud y fertilidad del suelo. Esto ocurre por múltiples mecanismos físicos, químicos y biológicos:
- Mejora de la estructura del suelo: los Ácidos Húmicos (AH) actúan como cementantes entre partículas minerales, favoreciendo la formación de agregados estables. Esto mejora la porosidad, la aireación y la infiltración de agua, reduciendo problemas de compactación y escorrentía.
- Mayor retención de agua: gracias a su naturaleza coloidal y su capacidad para formar estructuras hidrofílicas, los humatos incrementan la capacidad del suelo para almacenar agua disponible para las raíces.
- Incremento de la actividad microbiana: al ser fuente de carbono y compuestos bioactivos, los Ácidos Húmicos y Fúlvicos (AF) estimulan la proliferación de microorganismos benéficos del suelo (p. ej. bacterias fijadoras de nitrógeno, hongos micorrícicos), lo que fortalece la cadena de mineralización y disponibilidad de nutrientes.
- Amortiguación del pH: los grupos funcionales de estas sustancias permiten estabilizar el pH del suelo en niveles favorables para la nutrición vegetal, lo que reduce problemas de toxicidad por metales pesados o deficiencias inducidas.
- Incremento de la capacidad de intercambio catiónico (CEC): al actuar como coloides activos, los AH/AF aumentan la CEC del suelo, favoreciendo la retención de nutrientes esenciales como Ca²⁺, Mg²⁺, K⁺ y NH₄⁺.

Estos efectos convierten a los ácidos húmicos y fúlvicos en herramientas fundamentales para regenerar suelos degradados, aumentar la eficiencia de los fertilizantes aplicados y mejorar la nutrición general de los cultivos.
Mecanismos de acción en suelo y planta
Los efectos beneficiosos de los ácidos húmicos y fúlvicos no se limitan al suelo: también tienen acción directa sobre las plantas. Distintos estudios han demostrado que estas sustancias pueden emular o modular procesos hormonales, actuando como bioestimulantes del crecimiento vegetal. Algunos de los mecanismos clave incluyen:
- Estimulación del sistema radicular: los AH promueven la formación de raíces laterales y pelos absorbentes mediante la activación de genes asociados a auxinas (como ARF y AUX/IAA), lo cual incrementa la superficie de absorción. Este efecto ha sido validado por estudios de transcriptómica en cultivos como tomate y maíz.
- Aumento de la absorción de nutrientes: tanto AH como AF aumentan la expresión de transportadores de nutrientes (como NRT para nitrato o IRT1 para hierro), lo que se traduce en mayor eficiencia de uso de fertilizantes.
- Activación fotosintética: los AF en particular han mostrado inducir la actividad de enzimas fotosintéticas y mejorar la tasa de asimilación de CO₂, lo cual favorece el crecimiento de biomasa y el rendimiento final.
- Reducción del estrés abiótico: varios trabajos han confirmado que los humatos inducen respuestas antioxidantes en la planta (mayor actividad de enzimas como catalasa o peroxidasa), mejorando la tolerancia a sequía, salinidad y metales pesados.
Aplicaciones en el cultivo de frutilla
En frutilla, el uso de ácidos húmicos y fúlvicos ha mostrado resultados especialmente positivos. Este cultivo, de raíces superficiales y exigente en fertilidad, se beneficia enormemente de la mejora en estructura del suelo, retención de agua y disponibilidad de nutrientes que aportan estas sustancias.
Estudios realizados tanto en Europa como en Argentina, Chile y México han demostrado incrementos significativos en rendimiento, calidad de fruta y uniformidad cuando se aplican ácidos húmicos/fúlvicos vía fertirrigación. Los beneficios más destacados incluyen:
- Mayor vigor de plantas: En estudios polacos, la aplicación foliar de ácidos húmicos aumentó un 60% el volumen radicular y un 38% el número de hojas en cv. ‘Rumba’. En México, la combinación de ácidos fúlvicos con Pseudomonas fluorescens elevó el peso fresco de frutos en 130%
- Calidad de fruta: Tratamientos con humatos incrementaron los sólidos solubles (°Brix) en 1.2 puntos y la firmeza de frutos, reduciendo deformaciones. En postcosecha, redujeron un 35% la pudrición por Botrytis cinerea al aplicar ácidos húmicos + quitosano.
- Mayor tolerancia al estrés hídrico: Ensayos en suelos salinos demostraron que los humatos mejoran la absorción de agua y la regulación osmótica, manteniendo rendimientos aun bajo riego limitado.
💡 Tip del Asesor Fragaria 🍓
Está comprobado que Los ácidos húmicos y fúlvicos aumentan las tasas de absorcion de nutrientes desde la raíz, por lo que esto puedes utilizarlo a tu favor en estapas tan clave como llenado de fruta para aumentar dulzor, firmeza y calibre, como en post cosecha, para maximizar reservas para tu siguiente temporada.
Incluye Ácidos Húmicos y Fúlvicos en aplicaciones cada 21-30 dias vía riego desde inicio floración en adelante al menos tres veces, y luego en post cosecha y verás la diferencia en tu próxima brotación 😉.
Para obtener los beneficios descritos, es fundamental una aplicación adecuada según el tipo de producto (líquido o sólido), su concentración y el momento fenológico del cultivo. En frutilla se recomiendan dosis típicas de 5–10 L/ha por aplicación en fertirrigación, o 250–500 mL/100 L en aplicaciones foliares. La frecuencia dependerá de la etapa de desarrollo, siendo clave aplicar en establecimiento de plantas, prefloración y fructificación.
Además, se recomienda combinar los humatos con fuentes minerales, ya que su efecto sinérgico puede mejorar la absorción de nutrientes clave como calcio, magnesio y micronutrientes.
Conclusión
Los ácidos húmicos y fúlvicos son mucho más que simples mejoradores del suelo: son bioestimulantes naturales con múltiples beneficios para el rendimiento, calidad y resiliencia de los cultivos. En frutilla, su aplicación representa una tecnología accesible, sustentable y respaldada por evidencia científica para mejorar la productividad en sistemas modernos. Su integración en planes de fertilización y manejo de suelos degradados es una herramienta clave para enfrentar los desafíos de la agricultura intensiva y sostenible.
Los humatos representan una oportunidad de agregar valor al cultivo sin comprometer el equilibrio ambiental. Invertir en productos de calidad, con respaldo técnico y trazabilidad en su origen, marcará la diferencia en los resultados.
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