La mancha angular de la frutilla, causada por la bacteria Xanthomonas fragariae, es una enfermedad importante que afecta la calidad de las hojas y frutos de la frutilla. Aunque en muchos casos no mata la planta, las lesiones en hojas y cáliz reducen el valor comercial de la cosecha. Esta bacteria restringida al cultivo de frutilla es un patógeno de cuarentena en varios países. Se describe como una bacteria Gram-negativa, de forma de bastón (aprox. 0,4–1,0 × 0,7–2,0 μm) y de lento crecimiento.

Características del patógeno
X. fragariae como causante de la mancha angular, es un microorganismo estrictamente asociado a la frutilla. No sobrevive libremente en el suelo, sino que pervive en restos vegetales infectados o en plantas hospedantes vivas (por ejemplo, coronas infectadas). Su espectro de hospederos es muy estrecho: básicamente solo afecta Fragaria spp.
El patógeno fue reportado por primera vez en Minnesota (EEUU) en 1959 y es considerado una amenaza en viveros y exportaciones por su capacidad de diseminarse con material de propagación infectado. Se clasifica como un agente de cuarentena (Nivel A2 EPPO) en Europa y otros países, justamente porque puede viajar de forma latente en plántulas. Su rápido ciclo de vida en tejido foliar (lesiones) y la liberación de bacterias viables hace que sea difícil controlar una vez introducido en un huerto.
Condiciones ambientales favorables para la mancha angular
El desarrollo de la mancha angular es favorecido por días frescos y húmedos con noches frías cercanas a 0°C. Los óptimos de temperatura reportados son alrededor de 20°C; la bacteria muere por encima de ~32°C. También requiere de humedad y agua libre: lloviznas primaverales o riego por aspersión extienden las células bacterianas a hojas sanas, ya que las bacterias fluyen con el agua desde las lesiones. En efecto, bajo alta humedad las lesiones secretan una película viscosa amarilla de exudado bacteriano que seca como una película blanquecina. En general, un microclima cerrado y húmedo del campo (poca aireación, follaje denso) exacerba la enfermedad; en cambio, calor y sol intenso tienden a reducir la incidencia.
Síntomas y daños
- Manchas en hojas: Las lesiones de la mancha angular aparecen primero en el envés de las hojas como pequeños puntos acuosos, de color verde oscuro traslúcido y definidos por las nervaduras. Si se sostiene la hoja contra la luz, estas manchas permiten el paso de la luz (aspecto “translúcido”). Con el tiempo las lesiones crecen y se vuelven angulares, coalesciendo en parches pardos/necróticos en el haz de la hoja. Cuando la humedad es alta, las lesiones exudan gotas amarillentas de bacterias y nutrientes («lama viscosa») que al secarse dejan un depósito blanquecino.



- Colapso vascular: Ocasionalmente, en fases avanzadas la bacteria infecta el tejido vascular (xilema) y provoca marchitez súbita de plantas completas, similar a pudriciones del tallo. Este síntoma es raro en campo, pero es muy notorio cuando ocurre.
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- Cáliz y frutos: X. fragariae también ataca los receptáculos (cáliz y pedúnculo) de los frutos. Los pedúnculos infectados se oscurecen y producen frutos marchitos o deformes. En la imagen siguiente se observa un fruto con el cálice ennegrecido y marchito debido a la infección:


Estos síntomas en fruto son muy perjudiciales: aunque la mancha angular no siempre reduce el rendimiento, la infección del cáliz puede dejar frutos no comercializables (mancha negra en la corona).
- Daño productivo: En general, las pérdidas por mancha angular pueden llegar hasta ~10% del rendimiento en plantaciones muy afectadas. Principalmente se pierde calidad de fruto por ataques al pedúnculo y se reduce vigor foliar en climas fríos. En campos comerciales, el impacto suele ser mayor en viveros (problemas cuarentenarios) que en huertos de frutos, aunque bajo climas templados y lluviosos la mancha angular puede ser un problema serio para la producción.
Diagnóstico de la mancha angular
Para distinguir la mancha angular de otras lesiones foliares (hongos o herbicidas), se puede observar la forma angular de las manchas (definidas por nervaduras) y su translucidez al trasluz. Bajo microscopio compuesto se puede ver el flujo bacteriano característico (líquido turbio) al cortar transversalmente una lesión en hoja. En laboratorio, X. fragariae crece en medios como YDC o SPA formando colonias amarillas, mucilaginosas. También hay pruebas serológicas (ELISA) y PCR específicas (ej. iniciadores 245A/B, 295A/B) que detectan el patógeno.

Ciclo epidemiológico
La fuente primaria del patógeno suele ser material propagativo infectado: es muy común que la bacteria entre al cultivo mediante trasplantes asintomáticos que al poner en campo desarrollan síntomas. Luego X. fragariae sobrevive el invierno en hojas secas o coronas infectadas, pudiendo persistir en el suelo sobre restos vegetales mucho tiempo.
En primavera, la bacteria se reactiva con la humedad y comienza a dispersarse: las gotas de lluvia o el riego por aspersión salpican el exudado infectado hacia hojas sanas, provocando la mancha angular. De hecho, se ha observado que trasplantar plantas infectadas cerca de otras sanas o regar intensamente puede iniciar epidemias rápidas. Finalmente, en condiciones óptimas, la enfermedad puede darse de forma sistémica: la bacteria avanza desde hoja infectada a tallos y frutos.
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El control empieza con prácticas preventivas:
- Material libre de enfermedad: Utilizar siempre plántulas certificadas sanas es la medida más eficaz. Dado que el patógeno puede estar latente, se recomienda adquirir material de viveros con pruebas recientes y mantener cuarentena propia de plantas nuevas.
- Selección del sitio: Elegir terrenos bien drenados con buena exposición solar y ventilación (para secado rápido del follaje). Evitar campos fríos y sombríos donde el follaje permanezca húmedo muchas horas.
- Manejo del riego: Dar preferencia al riego por goteo en lugar de aspersión. Cuando se requieren aspersiones (p. ej. para proteger del frío), minimizar la frecuencia y regar en horas del día para que las hojas se sequen rápido.
- Control de residuos y malezas: Retirar o enterrar residuos de cultivo infectados para reducir inóculo. El acolchado orgánico (paja) también ayuda a limitar las salpicaduras de suelo a hojas. Eliminar malezas y permitir espacio entre surcos mejora la circulación de aire.
- Rotación de cultivos: Aunque X. fragariae no sobrevive bien sin su hospedante, rotar frutillas con otros cultivos durante 2–3 años puede disminuir la presión de inóculo residual. No plantar frutillas repetidamente en el mismo lote restringe el establecimiento de la bacteria.
- Variedades más resistentes: Actualmente no hay cultivares totalmente inmunes, pero algunas presentan tolerancia moderada. Estudios en México encontraron genotipos (FragLa, FragMa) con menor severidad de la enfermedad. Usarlos en zonas de alto riesgo puede ayudar.
Control biológico y alternativas ecológicas
La investigación en biocontrol contra X. fragariae es emergente, pero hay hallazgos prometedores: se han identificado bacterias benéficas (Pseudomonas spp., Rhizobium spp., etc.) que producen sideróforos (p. ej. pyoverdina) capaces de limitar el crecimiento de X. fragariae por competencia de hierro. Al aplicarlas en laboratorio se observó fuerte supresión del patógeno, y en pruebas de campo agregar agentes quelantes de hierro (como taninos) junto con X. fragariae redujo drásticamente los síntomas. Este enfoque de «privar de hierro» al patógeno abre una vía biológica: por ejemplo, el ácido tánico o agentes quelantes comerciales podrían usarse como estrategia preventiva.
En la práctica orgánica, se sugiere el uso de cobre orgánico (ej. óxido de cobre) en aplicaciones protectoras tempranas, combinado con pulvurizaciones de soluciones acidificantes (ácido cítrico o láctico) que contribuyen a proteger hojas y frutos jóvenes. También se emplean biofungicidas a base de bacterias antagonistas, tales como Bacillus subtilis o extractos vegetales inocuos. En general, las alternativas biológicas aún están en desarrollo y deben formar parte de un enfoque integrado con las medidas culturales.
Control químico
Cuando la enfermedad aparece, el control químico es limitado pero puede ayudar como complemento:
- Bactericidas a base de cobre: Son los más usados. Sin embargo, su eficacia es variable y pueden causar fitotoxicidad si se aplican en exceso o en etapas sensibles del cultivo. Se recomienda aplicar cobre en dosis bajas y en tiempos climáticamente favorables (sol y sequedad tras la aplicación). En California se observa que el cobre logra sólo efectos parciales contra X. fragariae.

- Antibióticos y quinolonas agrícolas: En algunos países (p. ej. Corea) se han usado antibióticos específicos: el ácido oxolínico (quinolona) alcanzó ~87% de control en vivero, mientras que la validamicina A fue ~95% efectiva en etapa de cultivo. Estos compuestos no siempre están permitidos en todos los mercados ni tienen registro agrícola en Latinoamérica, pero ilustran la dificultad de controlar la mancha angular.
- Peróxido de hidrógeno: En EUA está autorizado un producto formulado con H₂O₂ al 27% que ha mostrado cierta eficacia variable. Actúa oxidando el exudado bacteriano y reduciendo cargas de inóculo. Se suele usar en estadio inicial del cultivo para no dañar frutos maduros.
- Inductores de defensa: Se han registrado productos como Ácido acibenzolar-S-metilo que no matan la bacteria directamente, pero inducen las defensas naturales de la planta y han limitado la colonización bacteriana. No es un tratamiento común en campo latino, pero sugiere que reforzar las defensas propias de la frutilla puede ayudar a contener el patógeno.
| Método de control | Ventajas | Desventajas |
|---|---|---|
| Plantas certificadas | Inhibe introducción inicial de inóculo | No corrige infecciones existentes. |
| Buen manejo de riego | Reduce dispersión por salpicaduras | Requiere inversión en sistemas de goteo. |
| Cultivo limpio | Minimiza supervivencia invernal | Demanda trabajo extra (retirar residuos). |
| Cobre agrícola | Único bactericida químico disponible | Eficacia limitada; fitotoxicidad |
| Biocontrol (sideróforos) | Potencial en investigación | Aún no comercialmente disponible. |
| Control químico | Ácido oxolínico y Validamicina con alto porcentaje de control. | No hay formulaciones ni registros para uso agrícola en todos los países. |
| Rotación de cultivo | Baja población de X. fragariae a largo plazo | Requiere planificación agrícola. |
Manejo integrado y recomendaciones
En la práctica, la mejor estrategia es la integración de todas las medidas anteriores. Algunas recomendaciones clave para productores de frutilla en América Latina son:
- Prevención ante todo: Nunca subestimar los trasplantes, un lote infectado puede condenar varias hectáreas a la mancha angular. Inspeccionar plantines nuevos y exigir certificaciones sanitarias.
- Vigilancia constante: Monitorear los campos desde primavera. Detectar los primeros síntomas de mancha angular permite actuar tempranamente con tratamientos puntuales (cobre, H₂O₂) antes de que se extienda la bacteria.
- Buenas prácticas agrícolas: Espaciar surcos, eliminar hojas enfermas, secar el follaje (no entrar al campo con planta mojada), y rotar frutillas con otros cultivos, como cereales, para interrumpir el ciclo.
- Uso juicioso de químicos: Aplicar productos químicos solo cuando sea estrictamente necesario y en dosis bajas, preferiblemente en condiciones cálidas (evitar días fríos tras aplicación). Complementar con productos autorizados inductores de resistencia como refuerzo. Recordar que los químicos muchas veces no erradican la bacteria, solo la reducen y existe un altísimo riesgo de generar resistencia.
- Control biológico y nutrición: Fomentar la presencia de microorganismos benéficos en suelo y follaje puede reforzar la resistencia del cultivo. Aplicaciones de compost, té de compost o inoculantes de Trichoderma/Bacillus podrían contribuir a la supresión de patógenos en general. Además, un adecuado balance nutricional (evitar exceso de nitrógeno) fortalece las defensas naturales.
- Capacitación y consulta a expertos: Dada la complejidad de la mancha angular, se recomienda seguir las guías de manejo integrado (IPM) de universidades/institutos reconocidos. En muchos casos, la enfermedad está sujeta a reglamentaciones fitosanitarias; por ello, estar en contacto con autoridades agrícolas puede prevenir sanciones por manejo inadecuado del patógeno.
En resumen, la mancha angular de la hoja es un reto en cultivos de clima templado. Su manejo requiere combinar plantas sanas, higiene, control ambiental y, solo cuando es necesario, uso prudente de bactericidas. Con estas prácticas integradas, los productores latinoamericanos pueden minimizar daños y mantener la calidad del cultivo.
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