Cuando se piensa en tradiciones británicas, vienen a la mente imágenes de la monarquía, el té de las cinco y los clásicos días nublados. Pero hay una costumbre que, año tras año, se roba el protagonismo durante el torneo de tenis más prestigioso del mundo: las frutillas con crema en Wimbledon.

Este icónico dúo no es solo un tentempié, sino un ritual gastronómico que acompaña la historia y la elegancia del deporte blanco desde hace más de un siglo. ¿Cómo comenzó esta costumbre? ¿Por qué se ha mantenido tan vigente hasta hoy? A continuación, te contamos todos los detalles de esta dulce tradición británica que va mucho más allá del sabor.
Una costumbre centenaria que nació con el torneo
La historia de las frutillas con crema en Wimbledon se remonta a 1877, el mismo año en que se celebró el primer campeonato en el All England Club. Desde entonces, este postre se ha convertido en parte inseparable del evento. De acuerdo con la BBC, su inclusión en el torneo no fue casual: en la Inglaterra victoriana, las frutillas eran un símbolo de estatus social, especialmente entre la alta sociedad que frecuentaba los jardines londinenses durante el verano.

La combinación entre el tenis —un deporte asociado históricamente a la aristocracia— y un postre estacional de lujo fue simplemente perfecta. Así nació una tradición que hasta el día de hoy sigue atrayendo tanto a locales como a visitantes internacionales.
¿Por qué frutillas? Temporada, elegancia y practicidad
Una de las razones clave por las que las frutillas se volvieron el emblema comestible de Wimbledon es su disponibilidad. El torneo se lleva a cabo durante el mes de julio, momento en que las frutillas británicas están en su punto más alto de maduración. Su dulzura natural, frescura y color vibrante las hacen irresistibles, tanto en sabor como en presentación.
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Además, en la época victoriana, las frutillas eran consideradas un lujo de verano. Se trataba de una fruta asociada a la sofisticación y al buen gusto. Otro factor que influyó fue su practicidad: se pueden comer fácilmente sin necesidad de utensilios, lo que las hace ideales para eventos al aire libre.
Una tradición que se mide en toneladas
Los números hablan por sí solos. Durante las dos semanas que dura el torneo, se sirven cerca de 190,000 porciones de frutillas con crema. Esto equivale a más de 38 toneladas de fruta fresca. Y no se trata de cualquier frutilla: las seleccionadas para Wimbledon deben ser cultivadas localmente, cosechadas el mismo día y cumplir estándares rigurosos de tamaño, frescura y apariencia.

Todas provienen de Hugh Lowe Farms, una finca ubicada en Kent, que tiene un contrato exclusivo con el campeonato. Esta granja familiar lleva décadas suministrando las frutillas oficiales del evento, asegurando un nivel de calidad constante que cumple con las expectativas del exigente público británico.
Un precio simbólico que se mantiene intacto
A diferencia de muchos eventos internacionales donde los precios de la comida suelen ser excesivos, Wimbledon ha mantenido el costo de las frutillas con crema en un monto accesible: aproximadamente £2.50 por porción. Este precio ha permanecido inalterado durante más de 10 años.
El All England Club considera que esta tradición no solo forma parte de la experiencia del torneo, sino que también debe ser disfrutada por todos los asistentes, sin importar su presupuesto. Así, lo que podría verse como una simple porción de postre, se convierte en un gesto de hospitalidad y continuidad histórica.
La crema: un ingrediente que también tiene su nivel
En Wimbledon no se sirve cualquier crema. Acompañando a las frutillas está la llamada “double cream”, un tipo de crema espesa que contiene alrededor de un 48% de grasa. Esto no solo le da una textura rica y untuosa, sino que también le permite mantenerse firme, sin derretirse con facilidad, incluso bajo el sol del verano británico (cuando aparece).

Este tipo de crema es un favorito entre los británicos y es fundamental para mantener el estándar de calidad que se espera del evento. La combinación del rojo intenso de las frutillas y el blanco cremoso crea un contraste visual tan atractivo como apetitoso.
Un deleite visual y cultural
Wimbledon es sinónimo de elegancia. Desde el riguroso código de vestimenta en blanco para los jugadores hasta el cuidado meticuloso del césped de las canchas, todo está pensado para transmitir una imagen impecable. Las frutillas con crema no solo cumplen una función gastronómica: también son parte del paisaje visual del torneo.
El rojo brillante de la fruta sobre la crema blanca encaja perfectamente con los tonos icónicos del evento. Esta armonía estética ha convertido al postre en uno de los más fotografiados, incluso mucho antes de la era de Instagram. Hoy, no hay influencer o visitante que no comparta una imagen de su porción en redes sociales.
Ni la lluvia detiene esta tradición
En Inglaterra, el clima es tan impredecible como parte del encanto. Y Wimbledon no es la excepción. Incluso en días lluviosos, la tradición de las frutillas con crema se mantiene intacta. Bajo paraguas o en las zonas techadas, los asistentes siguen disfrutando del ritual, muchas veces acompañado de una copa de Pimm’s, otra costumbre muy británica.
Más que un postre, un símbolo nacional
Las frutillas con crema en Wimbledon no son solo un bocado dulce, son parte del ADN cultural británico. Representan la conexión entre historia, tradición, gastronomía y deporte. Para muchos, comer una porción durante el torneo es casi tan importante como ver un buen partido.

Si alguna vez tienes la fortuna de asistir a Wimbledon, no lo pienses dos veces. Pide tu porción, busca un buen lugar para sentarte, respira el aire del verano inglés y disfruta de una experiencia que va mucho más allá del tenis.





















































